domingo, 27 de diciembre de 2009

LA PRINCESA Y EL SAPO

Cuando la factoría Disney anuncio su retiro de las películas dibujadas a mano con VACAS VAQUERAS en el año 2004, cerraba así una de las producciones fílmicas que contribuyeron fuertemente y fueron referencia obligada en el mundo del cine animado en todo el globo, con sus aciertos y defectos. Este filme no fue la despedida que esta productora debió haber tomado, en mi caso, me hubiese retirado con Tierra de Osos y luego me hubiese abocado a las otras áreas del emporio del ratón Mickey. Aunque luego se realizaron más películas animadas de manera tradicional, la gran mayoría serían para el mercado del vídeo casero y pocas se proyectarían en el cine.

Y la producción de animación por ordenador no tuvo un buen comienzo con la poca agraciada, aunque técnicamente bien lograda, Chicken Little. Y todo esto en el momento en que Pixar - quien asociada a Disney le había otorgado grandes éxitos a esta empresa - estaba a punto de terminar su convenio con el conglomerado del entretenimiento.
Así que Disney hizo lo que por lógica tenía que hacer: comprar a Pixar y darle al jefe de la creadora de Toy Story, Buscando a Nemo, Los Increibles y Wall-e una posición privilegiada en los estudios.
De ese modo John Lassiter pasa a ser Jefe del Departamento de Animación y surgen películas maravillosas como la Familia del Futuro. Pero la sorpresa mayor sería cuando anuncian el regreso al cine de animación tradicional, es decir al artesanal arte del dibujo a mano (aunque el ordenador ya era parte de esta forma expresiva desde Oliver y su Pandilla).
Y así nos llega La Princesa y el Sapo, con la primera princesa negra (o afro americana, como ustedes quieran) como protagonista.
La historia es un reacomodo del cuento de la Princesa y el Sapo y libremente basada en la historia de E.D. Baker "La Princesa Rana", y tiene mucho de lo clásico de Disney: una joven protagonista agradable y soñadora; y un príncipe que viene a cambiar su vida de modo que tenga un final feliz - típico de Disney. Pero, también, tiene lo agradable de aquellas producciones clásicas, una buena animación, personajes simpáticos y la música adecuada y precisa para la ambientación. Y sin olvidar de mencionar a un villano carismático. el cual nos canta uno de los mejores temas de la película, después del interpretado por Mamá Odi; en este campo, Randy Newman vuelve a demostrar su destreza como compositor.
Y la historia, aunque termina con su felices por siempre, es interesante y llega a atrapar. Fue un gran movimiento de la factoría Disney y la película pasará a engrosar la lista de clásicos animados de la empresa, pero siempre en un tono moderado en comparación con La Bella y la Bestia y Blanca Nieve y los Siete Enanos.
Sin embargo, y a pesar del descontento de algunos sectores y de los comentarios malsanos de otros tantos espectadores, la película está bien realizada y quizá lo único que no cabe luego de tanto trabajo de la protagonista es que para alcanzar su sueño tiene que encontrar a su príncipe azul, pero esto debe esperarse de cualquier película de la casa de Mickey.

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